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Mostrando entradas de diciembre, 2023

15. OTRA COPA MÁS

  15. Otra copa más   —Danos otro licor de manzana —ordenó seriamente Celestino al vago camarero. No consultó a sus compañeros si les apetecía, cargando a sus espaldas la responsabilidad no solo del posible efecto del alcohol en su cuerpo, sino asumiendo el compromiso de relatar los secretos mejor guardados de la facultad. El barman, ante la perentoriedad de la exhortación, reaccionó de modo más raudo que la primera vez. En un acto de suprema generosidad, vertió el licor en una segunda copa limpia, retirando discretamente el servicio del café para que no se les acumulara la vajilla en la porción de barra que ocupaban. Las partidas de mus habían finalizado y únicamente permanecían en el local ellos y un grupo de jugadores que, aun habiendo concluido, seguían debatiendo los lances de las jugadas claves. Hasta que no hubo servido y pagado la nueva ronda, no se reinició la conversación. Celestino consultó su reloj de pulsera casi sin mirar, sacando la conclusión de que, por la hora

14. LOS LAMPARANES DE CAFÉ

  14. Los lamparones de café             La cafetería se ubicaba en el mismo edificio del complejo universitario. Era un lugar muy amplio, pero bastante desangelado. La barra se situaba al fondo del vasto salón y las pocas mesas existentes se encontraban al lado del mostrador. En el resto del espacio no había nada, salvo dos futbolines que a esas horas estaban sin jugadores. —Se ve que los chicos ya se han marchado —dijo Celestino mirando un gran reloj de cocina que presidía el frente donde se levantaban las estanterías que soportaban las botellas. Era cierto; faltaba poco para las cuatro, hora a la que comenzaban las clases del turno de tarde. En la barra no había nadie. El público que se repartía en el local eran jóvenes que se hallaban enfrascados en discutidas partidas de mus. El camarero los vio entrar nada más cruzar el umbral de la puerta, pero permaneció sentado encima del arcón frigorífico. No se incorporó hasta que calculó que los tres se habían puesto de acuerdo en l

13. LA COLECCIÓN DE DEDALES

13. La colección de dedales   —… Todo comenzó hace ya muchos años. No recuerdo exactamente cuándo, pero aún no nos habíamos casado Cristina y yo. Fue muy sencillo y la colección la iniciamos casi sin querer. Un buen día, pensando qué podía regalarle, se me ocurrió comprar un dedal de plata. Y ahí se inició nuestro hobby . Cuando tenía un detalle con ella, buscaba en tiendas dedales originales y distintos a los que ya habíamos conseguido con anterioridad. También, cuando viajábamos a otras ciudades o a otros países, adquiríamos dedales característicos. Poco a poco, la recopilación se ha ido agrandando hasta formar una muestra bien representativa de este objeto de costura; ahora hay ejemplares de todas partes del mundo, de todas las épocas históricas, desde la Edad de Piedra, pasando por la Edad Media, hasta de la época romántica, así como fabricados con todo tipo de metales y decorados de múltiples maneras o representando objetos variopintos, pero todos ellos elaborados con el fin d

12. EL COMEDOR UNIVERSITARIO

  12. El comedor universitario             Arturo, una vez que agarró la cuchara para comer las lentejas, cesó de reír y casi de hablar; se concentró en el estofado, ingiriendo legumbres sin descansar hasta que rebañó el plato con esmero. Entonces, delicadamente, colocó el cubierto en la bandeja y esperó con paciencia a que acabaran los otros comensales. No obstante, no debió de satisfacer por completo las necesidades más urgentes del hambre, pues, del pedazo de pan, que hasta el momento se encontraba intacto, pellizcaba de tanto en tanto. Celestino comía despacio y mirando cada una de las cucharadas que se llevaba a la boca, temiendo quizá encontrar chinarros que le pudieran romper alguna muela al masticarlos. Se erigía casi verticalmente. El recorrido que realizaba la cuchara era largo y se aproximaba a su destino con maniobras de ligero equilibrio. Al tragar no podía ocultar unas facciones de asco por la comida. Hasta que no iniciaron el segundo plato, reinó silencio entre e

11. EL BARRIO CHINO

  11. El barrio chino   El inspector se sorprendió de los problemas de circulación de la ciudad. Jamás se habría imaginado que una población tan exigua pudiera llegar a estar tan colapsada. Pensaba que ese problema era solo patrimonio de las grandes urbes, como Madrid. Arturo conducía el coche de una manera un tanto irregular y anárquica: volvía la vista hacia Escaleras constantemente; agarraba el volante con una mano o simplemente no lo sujetaba —¡sin manos!, como se decía cuando de pequeño se quería demostrar la pericia en el arte de montar en bicicleta—; aceleraba y frenaba bruscamente sin alterar su calma, no así la del policía ni la de Celestino, que, aunque no hizo ningún comentario, no dejaba de supervisar las maniobras del conductor. A todo eso, había que añadir la poca confianza que proporcionaba el vehículo, no por sus muchos años o por su nulo pedigrí, sino porque le hacía falta una buena puesta a punto: la suciedad de todos los cristales impedía casi adivinar lo que s

10. LA PROCESIÓN

10. La procesión   Mientras esperaba la llegada de los dos profesores en el vestíbulo, Ambrosio no sabía qué pensar de la mañana. No había conseguido datos importantes, pero se consolaba creyendo que se hallaba en el buen camino. «Estos dos cantarán lo que saben y, por lo menos, obtendré información fidedigna de una de sus facetas u ocupaciones». Comenzó a desfilar una masa incalculable de jóvenes que salían hambrientos de sus clases, casi sin aliento, para llegar a sus alojamientos y reponer las fuerzas desgastadas en su carrera por despejar las tinieblas de la ignorancia. De pie y bien recto al lado de la máquina expendedora de refrescos, como un centinela en alerta, trataba de fijar la mirada en los rostros y en los cuerpos que, unos detrás de otros, se alejaban desordenadamente. Los más se apresuraban en salir, pero algunos más parsimoniosos charlaban o intercambiaban apuntes u ordenaban fotocopias hechas en el último instante. Escaleras se regocijaba con el espectáculo de la