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Mostrando entradas de marzo, 2024

El carnicero se echa un cigarro

Las vistas urbanas permanecen inmutables pese a las remodelaciones que de vez en cuando los ayuntamientos emprenden. Llevo viviendo más de treinta años en esta ciudad y puedo asegurar que las inmediaciones de la iglesia de La Asunción siguen igual que las vi la primera vez: las palmeras ya se erguían en su afán por emular la alta torre, en los bancos de metal se sentaban las madres mientras vigilaban los juegos de sus hijos, y los viejos a contemplar el ajetreo comercial de las calles del centro y de las tiendas de alrededor… Hoy la iglesia permanece intacta, y la plaza, con sus arriates verdes y sus bancos ocupados, son los mismos. Lo que ha cambiado es la frecuencia de los ritos religiosos que se celebran en el interior del recinto eclesiástico. Estas reflexiones me surgieron después de la conversación que mantuve con el dependiente de una carnicería, cuyo establecimiento se ubica en la pequeña plaza situada al lado de la iglesia. Había entrado en la biblioteca a dejar un libro ...

No dejabas de mirar

  No dejabas de mirar, estabas sola Completamente bella y sensual Algo me arrastró hacia ti como una ola Y fui y te dije "hola, ¿qué tal?" “ Gavilán o Paloma”, canción compuesta Rafael Pérez Botija Estaba sola, apartada un poco adelante de la barra del bar, en las áreas iluminadas que cambiaban sucesivamente conforme giraban los focos de la pista. Aparecía por un momento y luego su zona quedaba en penumbra. Era como una diosa mulata, pequeña, sinuosa, con la cara triste de una niña castigada. El miedo a que no estuviera allí en el próximo recorrido del haz de luces paralizaba al joven situado al lado contrario de la pista de baile. Parecía hallarse en una hornacina rodeada de botillería. A veces apoyaba una mano en la barandilla que separaba la zona alta de la barra del resto de la discoteca. En su mano mantenía un vaso alto del que sobresalía una pajita con la cual sorbía pequeños tragos. Para ello inclinaba la cabeza hacia la mano. Podía adivinar una raya que s...

Nadie lo esperaba en la estación

Estar sentado en la boca de una cueva observando cómo llueve o en un banco protegido por la cornisa de la estación de Francia de Barcelona es lo mismo. Es la sensación de estar resguardado de las inclemencias, ya sea la lluvia, el viento, el sol abrasador o la fría nieve. Pero, sobre todo, es la complacencia del tiempo muerto, en el que el transcurrir de los minutos, las horas y los días carece de importancia. No importa que no corra el jornal, porque no se necesita dinero para sobrevivir. No sabía por qué estos pensamientos acudían con frecuencia mientras permanecía sentado en aquel banco que había terminado por pertenecerle. A él, un vagabundo, y a los que podía llamar sus compañeros. Los tres dejaban pasar el tiempo sentados, viendo las caras de los viajeros que llegaban y las espaldas de los que salían. Ese lado de la estación estaba resguardado de las ráfagas inclementes y del sol, que apenas rozaba sus pies con un calor suave en invierno y agradable en verano. Su perspectiva ...

Cerrado hasta nuevo aviso

No llevaba mucho tiempo subido a la escalera apoyada en el poste ni gateando por el suelo en busca de las antiguas cajas del cableado telefónico, pero percibía con claridad que el trabajo era duro y que el oficio que había elegido no era tal como lo había imaginado mientras cursaba Formación Profesional. Nada de montajes industriales ni de cuadros inmensos de oficinas, nada de ferias comerciales en las que poner en marcha todo el sistema eléctrico. Lo único que había encontrado al poco de obtener el título era instalar fibra óptica por la comarca más apartada de la provincia. Con el paso de los años, el cableado estaba llegando a los rincones más recónditos gracias a las subvenciones y al deseo de los ayuntamientos de proporcionar oportunidades a los emprendedores locales y de atraer a jóvenes cuyo trabajo pudiera realizarse a través de una conexión rápida. Poco a poco, la gente sencilla de estas pequeñas localidades se animaba a solicitar esta nueva conexión. Solo hacía falta que un...