Es el primero en llegar. Trae un palo debajo de la axila izquierda. Se sienta en el banco a resguardo de una marquesina del aparcamiento que aún está a medio llenar. Se coloca en uno de los extremos, pero no apoya el codo en el posabrazos. Se echa la visera hacia atrás y guarda las gafas de sol. Es menudo y vivaracho. Sus ojos pequeños se escurren de continuo de la órbita como si fueran dos renacuajos en la copa de la mano. Desde el primer momento está inquieto, quizá temiendo ser sorprendido. Sin embargo, cada cierto tiempo deja la mirada fija en la esquina de atrás del supermercado, la parte correspondiente a los almacenes. Comprueba la hora en el móvil. Se impacienta y rebulle en el asiento. Termina por levantarse y dar un paseo, sin alejarse del banco no más de diez pasos. Regresa y vuelve a sentarse. Se echa hacia delante y apoya los antebrazos en las piernas y baja la cabeza, en actitud de pensar. Ese momento de meditación lo calma por un instante, pero la quietud le dura p...
Cada día desconfío más de mí mismo. Me siento mal. No sé por qué este malestar me ha alterado tanto, pero intuyo que tiene que ver con la sacudida del constructo mental que ha regido mi vida hasta el momento. No es la primera vez que un principio que creía incuestionable se viene abajo fruto de mi inocencia. No voy a repasarlos todos para no abrumar al lector con mis miserias. Me imagino que cada uno tiene las suyas y ha de lidiar con ellas. —¿Me podéis representar el mapa de España? —planteé en la primera ocasión en la que me encontré con dos profesores de Geografía e Historia. Estábamos sentados tomando algo en la terraza del único bar del pueblo, en una de esas pocas tardes en las que los duendes de los antiguos moradores vuelven a reunirse para tratar de no perder las raíces que les conectan con el lugar donde nacieron. La pregunta les dejó perplejos. Con seguridad imaginaron que les estaba metiendo en un atolladero de salida incierta. Primero se lo exigí al que se sentaba a ...